10. no oprimáis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.
11. Pero no quisieron escuchar, sino que volvieron la espalda y se taparon los oídos para no oír;
12. y pusieron su corazón como diamante para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su espíritu, por medio de los primeros profetas; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.
13. Y aconteció que, así como él clamó y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos,
14. sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desolación el país deseable.