1. Oh Dios, han venido las naciones a tu heredad; el templo de tu santidad han profanado; han reducido Jerusalén a escombros.
2. Han dado los cuerpos de tus siervos como comida a las aves de los cielos, la carne de tus santos a las fieras de la tierra.
3. Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén, y no hubo quien los enterrase.