20. En el lugar donde oigáis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.
21. Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos portaban lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas.
22. También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, para que de noche sirvan de centinelas y de día trabajen.
23. Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis jóvenes ni los hombres de la guardia que me seguían nos quitamos nuestra ropa, excepto para lavarnos, cada uno con su arma.