10. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder y con tu mano poderosa.
11. Te ruego, oh Señor, que esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en reverenciar tu nombre; y haz prosperar a tu siervo y dale gracia delante de aquel hombre. Porque yo era copero del rey.