Reina-Valera 1909

Mateo 26:30-47 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

30. Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.

31. Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al Pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.

32. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

33. Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

34. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

35. Le dijo Pedro: Aunque me sea menester morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

36. Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allí y oro.

37. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

38. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.

39. Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

40. Y vino a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?

41. Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

42. Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

43. Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.

44. Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

45. Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

46. ¡Levantaos, vamos! He aquí ha llegado el que me entrega.

47. Mientras todavía hablaba, he aquí llegó Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y con palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.