Reina-Valera 1909

Marcos 10:33-51 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

33. He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.

34. Y le escarnecerán, y le azotarán, y le escupirán y le matarán; pero al tercer día resucitará.

35. Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a él, diciendo: Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.

36. Y él les dijo: ¿Qué queréis que os conceda?

37. Y ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

38. Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

39. Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados.

40. Pero que os sentéis a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.

41. Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse con Jacobo y con Juan.

42. Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que en ellas son grandes tienen sobre ellas potestad.

43. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor;

44. y cualquiera de entre vosotros que quiera ser el primero será siervo de todos.

45. Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

46. Entonces llegaron a Jericó; y al salir él de Jericó, y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando.

47. Y al oír que era Jesús, el de Nazaret, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

48. Y muchos le reprendían para que callase, pero él daba mayores voces: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

49. Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.

50. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y fue a Jesús.

51. Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.