Marcos

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Reina-Valera 1909

Marcos 8 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

2. Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer;

3. y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.

4. Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?

5. Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.

6. Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.

7. Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo y mandó que también los pusiesen delante.

8. Y comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete cestas.

9. Y eran los que comieron como cuatro mil; y los despidió.

10. Y entrando en seguida en la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta.

11. Y vinieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, para tentarle.

12. Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide una señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.

13. Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue al otro lado.

14. Y se habían olvidado de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.

15. Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.

16. Y discutían los unos con los otros, diciendo: Es porque no tenemos pan.

17. Y como Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís? ¿Porque no tenéis pan? ¿Todavía no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?

18. ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?

19. Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce.

20. Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete.

21. Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?

22. Y vino a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que le tocase.

23. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó si veía algo.

24. Y él, alzando la vista, dijo: Veo los hombres, pero los veo como árboles que andan.

25. Entonces le puso otra vez las manos sobre los ojos y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

26. Y le envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

27. Y salió Jesús con sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y por el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

28. Y ellos respondieron: unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.

29. Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.

30. Pero les mandó que no hablasen acerca de él a ninguno.

31. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho y ser desechado por los ancianos, y por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto y resucitar después de tres días.

32. Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle.

33. Y él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás, porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.

34. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.

35. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará.

36. Porque, ¿qué aprovechará al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?

37. ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

38. Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.