Lamentaciones

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Reina-Valera 1909

Lamentaciones 2 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. ¡Cómo cubrió de nubes el Señor en su furor a la hija de Sión! Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel; y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira.

2. Destruyó el Señor y no perdonó ninguna de las moradas de Jacob. En su furor derribó las fortalezas de la hija de Judá; las ha echado por tierra. Ha profanado al reino y a sus príncipes.

3. Cortó con el furor de su ira todo el poderío de Israel; retiró de él su diestra de delante del enemigo. Y se encendió contra Jacob como llama de fuego que ha devorado alrededor.

4. Tensó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, y mató toda cosa hermosa a la vista. En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.

5. El Señor llegó a ser como enemigo; destruyó a Israel. Destruyó todos sus palacios; arruinó sus fortalezas y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.

6. Y quitó con violencia su enramada como la de un huerto; destruyó su lugar de asamblea. Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los días de reposo en Sión, y ha desechado en el furor de su ira al rey y al sacerdote.

7. Desechó el Señor su altar; menospreció su santuario; ha entregado en manos del enemigo los muros de sus palacios. Hicieron resonar su voz en la casa de Jehová como en día de fiesta solemne.

8. Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sión; extendió el cordel; no retrajo su mano de la destrucción. Hizo, pues, que se lamentaran el antemuro y el muro; fueron debilitados juntamente.

9. Sus puertas se hundieron en la tierra; destruyó y rompió sus cerrojos. Su rey y sus príncipes están entre las naciones; ya no hay ley; sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.

10. Se sientan en tierra y callan los ancianos de la hija de Sión; han echado polvo sobre sus cabezas y se han ceñido de cilicio. Las vírgenes de Jerusalén bajan sus cabezas a tierra.

11. Mis ojos se consumen por las lágrimas; hierven mis entrañas. Mi hígado se derrama por tierra por la destrucción de la hija de mi pueblo, porque desfallecen el niño y el niño de pecho en las calles de la ciudad.

12. Dicen a sus madres: ¿Dónde están el trigo y el vino? Desfallecen como heridos en las calles de la ciudad, derramando sus almas en el regazo de sus madres.

13. ¿Qué testigo te traeré? ¿A quién te haré semejante, oh hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión? Porque grande como el mar es tu quebranto. ¿Quién te sanará?

14. Tus profetas vieron para ti vanidad y necedades. Y no expusieron tu iniquidad para evitar tu cautiverio, sino que te predicaron vanas profecías y engaños.

15. Todos los que pasaban por el camino batieron las manos contra ti. Se burlaron y movieron sus cabezas contra la hija de Jerusalén, diciendo: ¿Es ésta la ciudad de la cual decían que era de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

16. Todos tus enemigos abrieron contra ti su boca; silbaron y rechinaron los dientes. Dijeron: ¡La hemos devorado! Ciertamente éste es el día que esperábamos; lo hemos hallado; lo hemos visto.

17. Jehová ha hecho lo que tenía determinado; ha cumplido su palabra que él había mandado desde tiempo antiguo. Derribó y no perdonó; e hizo que el enemigo se alegrara sobre ti y enalteció el poder de tus adversarios.

18. El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sión, corran tus lágrimas como un arroyo día y noche; no descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.

19. Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos hacia él por la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

20. Mira, oh Jehová, y considera a quién has tratado así. ¿Han de comer las mujeres el fruto de sus entrañas, los pequeñitos que criaban con cariño? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

21. Niños y viejos yacen por tierra en las calles; mis vírgenes y mis jóvenes han caído a espada. Mataste en el día de tu furor, degollaste y no perdonaste.

22. Has convocado mis temores de todas partes, como en día de fiesta solemne. Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo; a los que crié y cuidé, mi enemigo los aniquiló.