Lamentaciones

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Reina-Valera 1909

Lamentaciones 1 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. ¡Qué solitaria ha quedado la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda; la princesa entre las provincias ha sido hecha tributaria.

2. Amargamente llora en la noche, y hay lágrimas en sus mejillas; no tiene quien la consuele entre todos sus amantes; todos sus amigos la han traicionado; se le volvieron enemigos.

3. Judá ha ido en cautiverio con aflicción y dura servidumbre; ella mora entre las naciones, y no halla descanso; todos sus perseguidores la alcanzan entre estrechuras.

4. Las calzadas de Sión están de duelo, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes; todas sus puertas están desoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes están afligidas, y ella tiene amargura.

5. Sus enemigos se han convertido en sus gobernantes; sus aborrecedores fueron prosperados, porque Jehová la afligió por la multitud de sus transgresiones; sus hijos han ido al cautiverio delante del enemigo.

6. Desapareció toda la hermosura de la hija de Sión; sus príncipes han venido a ser como ciervos que no hallan pasto, y anduvieron sin fuerzas delante del perseguidor.

7. Jerusalén, cuando cayó su pueblo en manos del enemigo y no hubo quien la ayudase, se acordó, en los días de su aflicción y de sus angustias, de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos. La miraron los enemigos y se burlaron de su caída.

8. Gravemente ha pecado Jerusalén, por lo cual ella se ha vuelto cosa inmunda; todos los que la honraban la han despreciado, porque vieron su desnudez; y ella suspira y se vuelve atrás.

9. Su inmundicia está en sus faldas; no se acuerda de su final; por tanto, ella ha caído de manera sorprendente, sin tener quien la consuele. Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

10. Ha extendido su mano el adversario a todas sus cosas preciosas; ciertamente ella ha visto entrar en su santuario a las naciones, acerca de las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.

11. Todo su pueblo gime buscando pan; dieron por la comida sus cosas preciosas, para mantener la vida. ¡Mira, oh Jehová, y ve que soy despreciada!

12. ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad y ved si hay dolor como el dolor que me ha venido, con el que Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.

13. Desde lo alto envió fuego a mis huesos, el cual prevaleció; ha extendido red a mis pies; me volvió atrás, me dejó desolada, desfallecida todo el día.

14. El yugo de mis transgresiones ha sido atado por su mano; entrelazadas han subido sobre mi cerviz; ha hecho decaer mis fuerzas. El Señor me ha entregado en manos contra las cuales no podré levantarme.

15. El Señor ha hollado a todos mis valientes en medio de mí; llamó contra mí una asamblea para quebrantar a mis jóvenes; como lagar ha pisoteado el Señor a la virgen hija de Judá.

16. Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos destilan lágrimas, porque se ha alejado de mí el consolador que da reposo a mi alma. Mis hijos están desolados, porque el enemigo ha prevalecido.

17. Sión extiende sus manos; no tiene quien la consuele. Jehová dio mandamiento acerca de Jacob, que sus enemigos lo cercasen; Jerusalén es como mujer impura entre ellos.

18. Jehová es justo; pues yo contra su palabra me rebelé. Oíd, ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: mis vírgenes y mis jóvenes han ido al cautiverio.

19. Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado; mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, buscando comida para sí con que reanimar su vida.

20. Mira, oh Jehová, porque estoy atribulada; mis entrañas hierven; mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera. En la calle la espada priva de hijos; en casa es como la muerte.

21. Me han oído gemir, mas no hay consolador para mí. Todos mis enemigos han oído de mi mal; se alegran de lo que tú hiciste. Harás llegar el día que has anunciado, y ellos serán como yo.

22. Venga delante de ti toda su maldad, y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis transgresiones; porque muchos son mis gemidos, y mi corazón desfallece.