44. Porque Jesús mismo dio testimonio de que un profeta no tiene honra en su propia tierra.
45. Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en el día de la fiesta, porque también ellos habían ido a la fiesta.
46. Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.
47. Cuando oyó aquél que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba a punto de morir.
48. Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis.
49. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
50. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue.
51. Y cuando ya él descendía, los siervos salieron a recibirle y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive.
52. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.