Reina-Valera 1909

Josué 8:21-33 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

21. Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron, e hirieron a los de Hai.

22. Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así quedaron atrapados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase.

23. Y tomaron vivo al rey de Hai, y lo llevaron ante Josué.

24. Y cuando los israelitas acabaron de matar a todos los moradores de Hai en el campo, en el desierto, a donde ellos los habían perseguido, y que todos habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas regresaron a Hai, y también la hirieron a filo de espada.

25. Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai.

26. Y Josué no retrajo su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido a todos los moradores de Hai.

27. Y los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra que Jehová había mandado a Josué.

28. Y Josué quemó Hai y la redujo a un montón perpetuo de ruinas, asolada hasta hoy.

29. Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la tarde; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen su cuerpo del madero y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

30. Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal,

31. como Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés: un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz.

32. También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual él había escrito delante de los hijos de Israel.

33. Y todo Israel, con sus ancianos, y sus oficiales, y sus jueces, estaban de pie a uno y otro lado del arca, delante de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del convenio de Jehová, tanto extranjeros como naturales; la mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal, tal como Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen al pueblo de Israel.