Job

  1. 1
  2. 2
  3. 3
  4. 4
  5. 5
  6. 6
  7. 7
  8. 8
  9. 9
  10. 10
  11. 11
  12. 12
  13. 13
  14. 14
  15. 15
  16. 16
  17. 17
  18. 18
  19. 19
  20. 20
  21. 21
  22. 22
  23. 23
  24. 24
  25. 25
  26. 26
  27. 27
  28. 28
  29. 29
  30. 30
  31. 31
  32. 32
  33. 33
  34. 34
  35. 35
  36. 36
  37. 37
  38. 38
  39. 39
  40. 40
  41. 41
  42. 42

Reina-Valera 1909

Job 7 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. ¿No tiene acaso el hombre trabajo arduo sobre la tierra? ¿Y no son sus días como los días del jornalero?

2. Como el siervo anhela la sombra, y como el jornalero espera el salario de su trabajo,

3. así he tenido que heredar meses de desolación, y me asignaron noches de trabajo agotador.

4. Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Mas la noche es larga, y estoy cansado de dar vueltas hasta el alba.

5. Mi carne está vestida de gusanos y de costras de polvo; mi piel se agrieta y supura.

6. Y mis días son más veloces que la lanzadera del tejedor, y fenecen sin esperanza.

7. Acuérdate de que mi vida es un soplo y de que mis ojos no volverán a ver el bien.

8. Los ojos de los que me ven no me verán más; tus ojos están sobre mí, y dejaré de ser.

9. Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al Seol no subirá;

10. no volverá más a su casa, ni su lugar le reconocerá más.

11. Por tanto, yo no refrenaré mi boca; hablaré en la angustia de mi espíritu y me quejaré en la amargura de mi alma.

12. ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, para que me pongas guardia?

13. Cuando digo: Mi lecho me consolará, mi cama atenuará mis quejas,

14. entonces me asustas con sueños y me aterras con visiones.

15. Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación, y quiso la muerte más que la vida.

16. Aborrezco mi vida; no he de vivir para siempre; déjame, pues mis días son vanidad.

17. ¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón,

18. y para que lo visites cada mañana, y para que le pongas a prueba a cada momento?

19. ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, ni me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?

20. He pecado. ¿Qué puedo hacerte a ti, oh Guardián de los hombres? ¿Por qué has hecho de mí tu blanco, para que yo sea una carga para mí mismo?

21. ¿Y por qué no quitas mi transgresión y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo; y si me buscas de mañana, ya no existiré.