19. Y cuando quemamos incienso a la reina del cielo y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones sin el consentimiento de nuestros maridos?
20. Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres, y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo:
21. ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes, y vuestros jefes y el pueblo de la tierra?
22. Y no pudo soportarlo más Jehová a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra está en desolación, y en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como lo está hoy.
23. Porque quemasteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis la voz de Jehová ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.
24. Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: Oíd la palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en la tierra de Egipto:
25. Así ha hablado Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras esposas hablasteis con vuestras bocas y con vuestras manos lo realizasteis, diciendo: Ciertamente cumpliremos nuestros votos que hicimos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones; en verdad confirmáis vuestros votos y ponéis vuestros votos por obra.
26. Por tanto, oíd la palabra de Jehová, todos los de Judá que habitáis en la tierra de Egipto: He aquí, he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que mi nombre no será más invocado en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Jehová el Señor.
27. He aquí que yo vigilo sobre ellos para mal y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto serán consumidos por la espada y por el hambre, hasta que perezcan del todo.
28. Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres en número. Y todo el remanente de Judá que ha entrado en la tierra de Egipto a morar allí sabrá de quién es la palabra que ha de permanecer: si la mía o la suya.
29. Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigaré, para que sepáis que ciertamente permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros.
30. Así ha dicho Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida, como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida.