5. Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación y mis brazos juzgarán a los pueblos; en mí esperarán las islas, y en mi brazo pondrán su esperanza.
6. Alzad a los cielos vuestros ojos y mirad abajo a la tierra, porque los cielos se desvanecerán como el humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir; y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre y mi justicia no perecerá.
7. Oídme, los que conocéis rectitud, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre ni tengáis miedo de sus ultrajes.
8. Porque como a vestidura los comerá la polilla, como a lana los comerá el gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación de generación en generación.
9. Despiértate, despiértate; vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que cortó en pedazos a Rahab y el que hirió al dragón?
10. ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasasen los redimidos?
11. Por tanto, volverán los redimidos de Jehová; irán a Sión cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; obtendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.
12. Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que será como el heno?
13. ¿Ya te has olvidado de Jehová, tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente el furor del que oprime, cuando se disponía a destruir? Mas, ¿dónde está el furor del que oprime?
14. El preso agobiado se da prisa para quedar libre; y no morirá en la fosa ni carecerá de su pan.
15. Pero yo soy Jehová tu Dios, que agito el mar y hago rugir sus olas. Jehová de los ejércitos es su nombre.
16. Y en tu boca he puesto mis palabras y con la sombra de mi mano te he cubierto, para extender los cielos, y fundar la tierra y decir a Sión: Pueblo mío eres tú.
17. Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; hasta los sedimentos del cáliz de aturdimiento bebiste.
18. De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió.
19. Estas dos cosas te han acaecido (¿Quién se condolerá de ti?): Asolamiento y destrucción, hambre y espada. ¿Quién te consolará?