1. ¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda, y confían en los caballos y ponen su esperanza en los carros, porque son muchos, y en los jinetes, porque son poderosos, pero no miran al Santo de Israel ni buscan a Jehová!
2. Pero él también es sabio, y traerá el mal y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malhechores y contra el auxilio de los que cometen iniquidad.
3. Y los egipcios son hombres y no dioses; y sus caballos son carne y no espíritu; de manera que, al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.