Isaías

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Reina-Valera 1909

Isaías 47 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia; siéntate en la tierra sin trono, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán tierna y delicada.

2. Toma las piedras del molino y muele harina; quítate el velo, levántate la falda, descubre las piernas, pasa los ríos.

3. Expuesta será tu desnudez, y tu vergüenza será vista; tomaré venganza y no perdonaré a ningún hombre.

4. Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.

5. Siéntate en silencio y entra en las tinieblas, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán señora de reinos.

6. Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos; no les tuviste misericordia; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

7. Y dijiste: Para siempre seré señora; y no pusiste esto en tu corazón ni te acordaste de tu final.

8. Oye, pues, ahora esto, voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda ni me quedaré sin hijos.

9. Estas dos cosas te vendrán de repente, en un mismo día: pérdida de hijos y viudez. En toda su perfección vendrán sobre ti, por la multitud de tus hechicerías y por tus muchos encantamientos.

10. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu mismo conocimiento te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más.

11. Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no sabrás; caerá sobre ti un desastre que no podrás evitar; y una destrucción que no te imaginas vendrá de repente sobre ti.

12. Persiste, pues, en tus encantamientos y en la multitud de tus hechicerías, en las cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá sacarás provecho; quizá provocarás temor.

13. Te has fatigado en la multitud de tus consejos. Que se pongan de pie y que te defiendan los astrólogos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti.

14. He aquí que serán como rastrojo; el fuego los quemará; no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse ni lumbre ante la cual sentarse.

15. Así te serán aquellos con quienes has trabajado, que han comerciado contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino; no habrá quien te salve.