30. mientras extiendas tu mano para que se hagan sanidades, y milagros y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
31. Y después que hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron la palabra de Dios con osadía.
32. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía que era suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
33. Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y había abundante gracia sobre todos ellos.
34. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido
35. y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
36. Entonces José, a quien los apóstoles llamaban con el sobrenombre de Bernabé (que interpretado es, hijo de consolación), levita, natural de Chipre,
37. como tenía una heredad, la vendió, y trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.