9. Y éste tenía cuatro hijas, doncellas, que profetizaban.
10. Y permaneciendo nosotros allí durante muchos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo,
11. quien, viniendo a nosotros, tomó el cinto de Pablo y, atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
12. Cuando oímos esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar que no subiese a Jerusalén.
13. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y afligiéndome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.
14. Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.