6. Y después de abrazarnos los unos a los otros, subimos al barco, y ellos volvieron a sus casas.
7. Y nosotros completamos la navegación, saliendo de Tiro y arribando a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.
8. Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, llegamos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, nos hospedamos con él.
9. Y éste tenía cuatro hijas, doncellas, que profetizaban.
10. Y permaneciendo nosotros allí durante muchos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo,
11. quien, viniendo a nosotros, tomó el cinto de Pablo y, atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
12. Cuando oímos esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar que no subiese a Jerusalén.
13. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y afligiéndome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.
14. Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.
15. Y después de esos días, habiéndonos preparado, subimos a Jerusalén.
16. Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos.
17. Y cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con regocijo.
18. Y al día siguiente, Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo; y todos los ancianos se hallaban reunidos,
19. a quienes, después que los hubo saludado, les contó detalladamente lo que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio.
20. Y ellos, cuando lo oyeron, glorificaron a Dios y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos de la ley.
21. Pero se les ha informado acerca de ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apartarse de Moisés, diciéndoles que no han de circuncidar a sus hijos ni observar las costumbres.
22. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido.