31. Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada,
32. éste, tomando en seguida soldados y centuriones, corrió a ellos. Y ellos, cuando vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.
33. Entonces llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho.
34. Y entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada con claridad a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza.
35. Al llegar a las gradas, aconteció que fue llevado en peso por los soldados a causa de la violencia del pueblo;
36. porque la multitud del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera!