24. El que, al recibir este mandato, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo.
25. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los que estaban presos los oían.
26. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudieron; y al instante todas las puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron.
27. Y al despertar el carcelero y ver abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y se quería matar, pensando que los presos habían huido.
28. Pero Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, porque todos estamos aquí.
29. Él entonces, pidiendo luz, entró precipitadamente, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas;
30. y los sacó fuera y les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31. Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.
32. Y le hablaron la palabra del Señor, a él y a todos los que estaban en su casa.
33. Él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas de los azotes; y se bautizó en seguida, él y todos los suyos.
34. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó de que con toda su casa había creído en Dios.
35. Y cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Deja ir a esos hombres.