Reina-Valera 1909

Hechos 16:12-29 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

12. y de allí a Filipos, que es la ciudad principal de esa parte de Macedonia y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.

13. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde se solía orar; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.

14. Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura, de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor le abrió el corazón para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.

15. Y cuando fue bautizada, junto con su familia, nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa y quedaos; y nos persuadió.

16. Y aconteció que, yendo nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la que daba gran ganancia a sus amos, adivinando.

17. Ésta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: ¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación!

18. Y hacía esto durante muchos días, hasta que, desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: ¡Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella! Y salió en aquella misma hora.

19. Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los llevaron al foro, ante las autoridades;

20. los presentaron ante los magistrados y dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad

21. y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.

22. Entonces se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles sus ropas, les mandaron azotar con varas.

23. Y después que los hubieron herido con muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los vigilase con diligencia.

24. El que, al recibir este mandato, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo.

25. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los que estaban presos los oían.

26. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudieron; y al instante todas las puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron.

27. Y al despertar el carcelero y ver abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y se quería matar, pensando que los presos habían huido.

28. Pero Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, porque todos estamos aquí.

29. Él entonces, pidiendo luz, entró precipitadamente, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas;