Reina-Valera 1909

Hechos 5:17-33 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

17. Entonces, levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, que era la secta de los saduceos, se llenaron de celos;

18. y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.

19. Pero un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel, y sacándolos, dijo:

20. Id, y estando en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida.

21. Y habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.

22. Pero cuando llegaron los oficiales y no los hallaron en la cárcel, volvieron y dieron aviso,

23. diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad y los guardias que estaban delante de las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.

24. Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el capitán de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

25. Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel están en el templo y enseñan al pueblo.

26. Entonces fue el capitán de la guardia con los oficiales y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.

27. Y cuando los trajeron, los presentaron ante el concilio; y el sumo sacerdote les preguntó,

28. diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y he aquí, habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.

29. Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

30. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero.

31. A éste, Dios ha exaltado con su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados.

32. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, que ha dado Dios a los que le obedecen.

33. Ellos, oyendo esto, se enfurecieron y consultaban entre sí para matarlos.