12. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta de la ciudad.
13. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio.
14. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.
15. Así que, por medio de él ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, a saber, fruto de labios que confiesen su nombre.
16. Y de hacer el bien y de compartir no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada Dios.
17. Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría, y sin quejarse, porque esto no os es provechoso.
18. Orad por nosotros, pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando comportarnos bien en todo.