10. Tú, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras transgresiones y nuestros pecados están sobre nosotros, y por ellos nos estamos consumiendo, ¿cómo, pues, viviremos?
11. Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se vuelva el malvado de su camino y viva. ¡Volveos, volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel?
12. Por tanto, tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día en que transgreda; y la maldad del malvado no le será estorbo el día en que se vuelva de su maldad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día en que peque.
13. Cuando yo diga al justo: De cierto vivirás, pero él, confiado en su justicia, cometa iniquidad, ninguna de sus justicias será recordada, sino que morirá por la iniquidad que cometió.
14. Y cuando yo diga al malvado: De cierto morirás, si él se vuelve de su pecado y hace lo que es justo y recto,
15. si el malvado restituye la prenda, devuelve lo que haya robado y camina en los estatutos de la vida, sin cometer injusticia, ciertamente vivirá; no morirá.
16. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo lo que es justo y recto; ciertamente vivirá.
17. Pero dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor; pero el camino de ellos es el que no es recto.
18. Cuando el justo se aparte de su justicia y haga injusticia, morirá por ello.
19. Y cuando el malvado se aparte de su maldad y haga lo que es justo y recto, vivirá por ello.
20. Y dijisteis: No es recto el camino del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de Israel, a cada uno conforme a sus caminos.
21. Y aconteció en el año duodécimo de nuestro cautiverio, en el mes décimo, a los cinco días del mes, que vino a mí uno que había escapado de Jerusalén, diciendo: La ciudad ha sido conquistada.
22. Y la mano de Jehová había estado sobre mí el atardecer antes de llegar el que había escapado, y Jehová abrió mi boca antes de que aquél llegara a mí por la mañana; y se abrió mi boca, y no estuve más callado.
23. Y vino a mí la palabra de Jehová, diciendo: