Reina-Valera 1909

Éxodo 9:16-31 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

16. Y a la verdad, yo te he puesto para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea proclamado en toda la tierra.

17. ¿Todavía te ensalzas tú contra mi pueblo para no dejarlos ir?

18. He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca ha habido en Egipto, desde el día en que se fundó hasta ahora.

19. Envía, pues, a recoger tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque el granizo descenderá sobre todo hombre o animal que se hallare en el campo y no fuere recogido en casa, y morirá.

20. De los siervos de Faraón, el que temió la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

21. pero el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó a sus criados y sus ganados en el campo.

22. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.

23. Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto.

24. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada.

25. Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.

26. Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

27. Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo, impíos.

28. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo; y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.

29. Y le respondió Moisés: Al salir yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que de Jehová es la tierra.

30. Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.

31. El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada y el lino en flor.