3. ¡Cuán grandes son sus señales y cuán poderosas sus maravillas! Su reino es un reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.
4. Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y próspero en mi palacio.
5. Tuve un sueño que me espantó, y las imaginaciones y las visiones de mi cabeza me turbaron estando en mi cama.