14. ¿Qué dios hubo de todos los dioses de aquellas naciones que destruyeron mis padres, que pudiese salvar a su pueblo de mis manos? ¿Cómo podrá vuestro Dios libraros de mis manos?
15. Ahora, pues, no os engañe Ezequías ni os persuada de ese modo, ni le creáis; que si ningún dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos ni de las manos de mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mis manos?
16. Esto y otras cosas más hablaron sus siervos contra Jehová Dios, y contra su siervo Ezequías.
17. Además de todo esto, escribió cartas en las que blasfemaba a Jehová, el Dios de Israel, y hablaba contra él, diciendo: Así como los dioses de las naciones de los países no pudieron librar a su pueblo de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos.
18. Y clamaron a gran voz en judaico al pueblo de Jerusalén que estaba sobre los muros, para espantarlos y aterrorizarlos, a fin de poder tomar la ciudad.
19. Y hablaron contra el Dios de Jerusalén, como contra los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombres.
20. Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron con respecto a esto, y clamaron al cielo.
21. Y Jehová envió un ángel, el cual hirió a todo hombre fuerte y valiente, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria. Por tanto, éste volvió a su tierra avergonzado; y al entrar en el templo de su dios, allí lo mataron a espada los que habían salido de sus lomos.
22. Así salvó Jehová a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos de Senaquerib, rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todas partes.