3. Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne;
4. porque las armas de nuestra lucha no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
5. destruyendo argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo;
6. y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea completa.