10. Dijo además David: Vive Jehová, que Jehová lo herirá, ya sea que llegue su día para que muera, o que descienda en batalla y perezca.
11. Guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová; pero toma ahora la lanza que está a su cabecera y la botija de agua, y vámonos.
12. Se llevó, pues, David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese ni se despertase, pues todos dormían, porque un profundo sueño enviado por Jehová había caído sobre ellos.