18. Le dijo luego Jonatán: Mañana es luna nueva, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
19. Estarás, pues, tres días, y descenderás rápidamente y vendrás al lugar donde estabas escondido el día de aquel suceso, y esperarás junto a la piedra de Ezel;
20. y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.
21. Y he aquí, enviaré al criado, diciéndole: Ve, busca las saetas. Y si digo al muchacho: He aquí las saetas están más acá de ti, tómalas; tú vendrás, porque hay paz para ti, y nada malo hay, ¡vive Jehová!
22. Pero si yo digo al muchacho así: He allí las saetas están más allá de ti; vete, porque Jehová te hace partir.
23. Y en cuanto a las palabras que yo y tú hemos hablado, he aquí, Jehová esté entre tú y yo para siempre.
24. David, pues, se escondió en el campo, y cuando llegó la luna nueva, se sentó el rey a comer.
25. Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared; y Jonatán se levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David estaba vacío.
26. Pero aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo y no está limpio; seguramente no está purificado.
27. Al día siguiente, el segundo día de la luna nueva, aconteció que nuevamente el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a su hijo Jonatán: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí ni ayer ni hoy?
28. Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente que le dejase ir a Belén.