Reina-Valera 1909

1 Reyes 20:30-43 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

30. Los demás huyeron a la ciudad de Afec, pero el muro cayó sobre los veintisiete mil hombres que habían quedado. También Ben-adad llegó huyendo a la ciudad y se escondió en un aposento interior.

31. Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes; pongamos, pues, ahora cilicio en nuestros lomos y sogas en nuestras cabezas, y vayamos ante el rey de Israel, a ver si por ventura te salva la vida.

32. Ciñeron, pues, sus lomos de cilicio y sogas en sus cabezas, y se presentaron ante el rey de Israel y le dijeron: Tu siervo Ben-adad dice: Te ruego que me perdones la vida. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es.

33. Esto tomaron aquellos hombres por buen augurio, y se apresuraron a tomar la palabra de su boca y dijeron: ¡Tu hermano es Ben-adad! Y él dijo: Id y traedle. Ben-adad entonces se presentó ante Acab, y éste le hizo subir en un carro.

34. Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré ir con este pacto. Hizo, pues, un pacto con él y le dejó ir.

35. Entonces un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero por palabra de Dios: Hiéreme ahora. Pero el otro hombre no quiso herirle.

36. Y él le dijo: Por cuanto no has obedecido la palabra de Jehová, he aquí, cuando te apartes de mí, te matará un león. Y cuando se apartó de él, le salió al encuentro un león y lo mató.

37. Entonces se encontró con otro hombre y le dijo: Hiéreme ahora. Y el hombre le dio un golpe y le hizo una herida.

38. Y el profeta se fue y se puso delante del rey en el camino, y se disfrazó, poniéndose una venda sobre los ojos.

39. Y cuando el rey pasaba, él dio voces al rey y dijo: Tu siervo salió en medio de la batalla y he aquí, apartándose uno, me trajo un hombre y me dijo: Guarda a este hombre, y si llega a escapar, tu vida será por la suya, o pagarás un talento de plata.

40. Y mientras tu siervo estaba ocupado en una parte y en otra, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Ésa será tu sentencia; tú la has pronunciado.

41. Pero él se quitó de pronto la venda de sobre sus ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.

42. Y él le dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto dejaste escapar de tus manos al hombre que yo había condenado, tu vida será por la suya, y tu pueblo por el suyo.

43. Y el rey de Israel se fue a su casa triste y enojado, y llegó a Samaria.