31. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad.
32. Nunca se ha sabido que alguien le haya dado la vista a alguien que hubiera nacido ciego.
33. Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada.
34. Ellos le respondieron:—Tú, que desde que naciste eres un pecador, ¿vas a darnos lecciones a nosotros?Y lo echaron de allí.
35. Jesús se enteró de que habían expulsado a ese hombre, y al encontrarse con él le preguntó:—¿Crees en el Hijo del hombre?
36. Él le dijo:—¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él.
37. Jesús le contestó:—Pues ya lo has visto; soy yo, que estoy hablando contigo.
38. El hombre le dijo:—Creo, Señor.Se puso de rodillas delante de Jesús, y lo adoró.
39. Entonces Jesús dijo:—Yo he venido a este mundo para juzgarlo. Para que los ciegos vean, y para que se queden ciegos los que ven.