Nueva Biblia al Día

2 Samuel 20:7-18 Nueva Biblia al Día (NBD)

7. Abisay y Joab, junto con los mejores guerreros y con los quereteos, los peleteos y la guardia personal del rey, salieron de Jerusalén en persecución de Sabá.

8-10. Cuando llegaron a la gran roca que está en Gabaón, se encontraron cara a cara con Amasá. Joab usaba su uniforme ajustado con un cinturón y cargaba una daga envainada junto al muslo, la cual se le cayó mientras caminaba. Joab la recogió y se acercó a saludar a Amasá: «Estoy contento de verte, hermano mío» —dijo Joab—, y lo tomó de la barba con la mano derecha como para besarlo. Amasá no notó la daga que Joab tenía en la mano izquierda. Así que Joab se la clavó en el estómago, de tal manera que se le salieron las entrañas. No necesitó dar un segundo golpe, porque Amasá murió instantáneamente. Joab y su hermano Abisay lo dejaron muerto allí mismo, y continuaron la persecución de Sabá.

11. Uno de los jóvenes de Joab se paró junto al cadáver de Amasá y dijo: «¡Los que apoyen a David, que sigan a Joab!»

12. Todos los que pasaban por allí se detenían a ver a Amasá, pues todavía su cadáver seguía tendido en un charco de sangre, en medio del camino. Entonces el soldado arrastró el cadáver hacia un lado del camino y lo cubrió con una capa.

13. Luego, todos se fueron con Joab en persecución de Sabá.

14. Mientras tanto, Sabá había salido a recorrer todas las tribus de Israel y llegó a la ciudad de Abel Betmacá, donde se le unieron todos los parientes de Bicrí.

15. Cuando llegaron, los hombres de Joab sitiaron a Abel Betmacá, levantaron una rampa y comenzaron a derribar la muralla.

16. Pero una mujer sabia gritó desde la ciudad:—¡Escuchen, escuchen! ¡Díganle a Joab que venga, pues tengo que hablar con él!

17. Cuando Joab se le acercó, la mujer le preguntó:—¿Eres tú Joab?Y él respondió:—Sí, yo soy.La mujer le dijo:—Le ruego que escuche lo que tengo que decirle.—Te escucho —le respondió Joab.

18. Entonces ella le dijo:—Antiguamente había un dicho: «Si quieres ganar una discusión, pregunta en Abel», porque siempre damos sabios consejos.