Nueva Biblia al Día

2 Samuel 12:17-31 Nueva Biblia al Día (NBD)

17. Sus consejeros le rogaban que se levantara y comiera con ellos, pero él se negaba a hacerlo.

18. Al séptimo día el niño murió, y los siervos de David tenían miedo de decírselo. «Si estaba tan quebrantado por la enfermedad del niño —decían— ¿qué será de él cuando le digamos que el niño está muerto?»

19. Pero cuando David vio que estaban hablando en secreto, sospechó lo que había ocurrido, y les preguntó:—¿Ha muerto el niño?—Sí, ha muerto —le respondieron.

20. David se levantó del suelo y se lavó, se cepilló el cabello, se cambió la ropa, entró en el Santuario y adoró al SEÑOR. Luego regresó al palacio, y comió.

21. Sus servidores estaban asombrados.—¡No lo comprendemos! —Le dijeron—. Mientras el niño aún vivía usted lloraba y se negaba a comer, pero ahora que el niño ha muerto, usted ha dejado de llorar y está comiendo nuevamente.

22. David les respondió:—Ayuné y lloré mientras el niño estaba vivo, porque me dije: «Quizás el SEÑOR tendrá misericordia de mí, y dejará vivir al niño».

23. Pero, ¿por qué he de ayunar si ya ha muerto? ¿Puedo hacerlo revivir acaso? Yo iré a él, pero él no regresará a mí.

24. Entonces David consoló a Betsabé, y durmió con ella. Betsabé quedó de nuevo embarazada, y dio a luz un hijo, al que David le puso el nombre de Salomón. El SEÑOR amó al niño,

25. y envió al profeta Natán a que les dijera: «En mi honor, ese niño debería llamarse Jedidías (Amado del SEÑOR)».

26-27. Mientras tanto, Joab terminaba con éxito el sitio de Rabá, la capital de Amón. Joab envió mensajeros a decirle a David: «Tengo sitiada a Rabá y he tomado ya la ciudadela que protege el abastecimiento de agua.

28. Ahora, pues, le ruego que traiga al resto del pueblo y capture la ciudad, para que la ciudad lleve su nombre y no el mío».

29-30. David condujo a todo el ejército a Rabá, y la capturó. Cuando regresaron, trajeron a Jerusalén un enorme botín. David traía la corona del rey de Rabá, de treinta y tres kilos de oro y adornada con una piedra preciosa, y se la puso en la cabeza.

31. Obligó a los habitantes de la ciudad a trabajos forzados. Los envió a trabajar con sierras, picos y hachas, y en los hornos de ladrillos. De la misma manera trató a todas las ciudades de los amonitas. David y su ejército regresaron después a Jerusalén.