La Palabra Versión Hispanoamericana

Mateo 27:50-63 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

50. Jesús, entonces, lanzando otra vez un fuerte gritó, expiró.

51. De pronto, la cortina del Templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las rocas se resquebrajaron;

52. las tumbas se abrieron y resucitaron muchos creyentes ya difuntos.

53. Estos salieron de sus tumbas y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa, donde se aparecieron a mucha gente.

54. El oficial del ejército romano y los que estaban con él vigilando a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que estaba sucediendo, exclamaron sobrecogidos de espanto:—¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!

55. Había también allí muchas mujeres contemplándolo todo de lejos. Eran las que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo.

56. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

57. Al atardecer llegó un hombre rico llamado José, natural de Arimatea, que se contaba también entre los seguidores de Jesús.

58. Este hombre se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran,

59. y José, después de envolverlo en una sábana limpia,

60. lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro, y se marchó.

61. Entre tanto, María Magdalena y la otra María estaban allí sentadas frente al sepulcro.

62. A la mañana siguiente, cuando ya había pasado el día de preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos fueron juntos a ver a Pilato,

63. y le dijeron:—Señor, nos hemos acordado de que aquel embaucador, cuando aún vivía, afirmó que iba a resucitar al tercer día.