La Palabra Versión Hispanoamericana

Mateo 27:39-54 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

39. Los que pasaban lo insultaban

40. y, meneando la cabeza, decían:—¡Tú que derribas el Templo y en tres días vuelves a edificarlo, sálvate a ti mismo! ¡Baja de la cruz si eres el Hijo de Dios!

41. De igual manera, los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos se burlaban de él diciendo:

42. —Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí mismo. Que baje ahora mismo de la cruz ese rey de Israel y creeremos en él.

43. Puesto que ha confiado en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama. ¿Acaso no afirmaba que es el Hijo de Dios?

44. Hasta los ladrones que estaban crucificados junto a él lo llenaban de insultos.

45. Desde el mediodía, toda la tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde.

46. Hacia esa hora Jesús gritó con fuerza:—Elí, Elí, ¿lemá sabaqtaní?, es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

47. Lo oyeron algunos de los que estaban allí y comentaron:—Está llamando a Elías.

48. Al punto, uno de ellos fue corriendo a buscar una esponja, la empapó en vinagre y sirviéndose de una caña se la acercó a Jesús para que bebiera.

49. Pero los otros le decían:—Deja, veamos si viene Elías a salvarlo.

50. Jesús, entonces, lanzando otra vez un fuerte gritó, expiró.

51. De pronto, la cortina del Templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las rocas se resquebrajaron;

52. las tumbas se abrieron y resucitaron muchos creyentes ya difuntos.

53. Estos salieron de sus tumbas y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa, donde se aparecieron a mucha gente.

54. El oficial del ejército romano y los que estaban con él vigilando a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que estaba sucediendo, exclamaron sobrecogidos de espanto:—¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!