22. Jesús le contestó:—No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
23. Y es que el reino de los cielos puede compararse a un rey que quiso hacer cuentas con la gente que tenía a su servicio.
24. Para empezar, se le presentó uno que le debía diez mil talentos.
25. Y como no tenía posibilidades de saldar su deuda, el amo mandó que los vendieran como esclavos a él, a su esposa y a sus hijos junto con todas sus propiedades, para que así saldara la deuda.
26. El siervo cayó entonces de rodillas delante de su amo, suplicándole: «Ten paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo».
27. El amo tuvo compasión de su siervo; le perdonó la deuda y lo dejó ir libremente.
28. Pero, al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios. Lo sujetó violentamente por el cuello y le dijo: «¡Págame lo que me debes!».
29. Su compañero se arrodilló delante de él, suplicándole: «Ten paciencia conmigo, que yo te lo pagaré».
30. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que liquidara la deuda.
31. Los demás siervos, al ver todo esto, se sintieron consternados y fueron a contarle al amo lo que había sucedido.
32. Entonces el amo hizo llamar a aquel siervo y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste;
33. en cambio tú no has querido compadecerte de tu compañero como yo me compadecí de ti».