32. ¡Que baje ahora mismo de la cruz ese mesías, ese rey de Israel, para que lo veamos y creamos en él!Los otros que estaban crucificados junto a él también lo llenaban de insultos.
33. Al llegar el mediodía, la tierra entera quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde.
34. A esa hora Jesús gritó con fuerza:—¡Eloí, Eloí! ¿lemá sabaqtaní? (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).
35. Lo oyeron algunos de los que estaban allí y comentaron:—Miren, está llamando a Elías.
36. Uno de ellos fue corriendo a empapar una esponja en vinagre, y con una caña se la acercó a Jesús para que bebiera, diciendo:—Dejen, a ver si viene Elías a librarlo.
37. Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, murió.