27. Pues bien, él es Dios de vivos y no de muertos. ¡Ustedes están muy equivocados!
28. Uno de los maestros de la ley que había escuchado toda la discusión, al ver lo bien que Jesús les había respondido, se acercó a él y le preguntó:—¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?
29. Jesús le contestó:—El primero es: Escucha, Israel : el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.
30. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.
31. Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que estos.
32. El maestro de la ley contestó a Jesús:—¡Muy bien, Maestro! Es cierto lo que dices: Dios es único y no hay otro fuera de él.
33. Y amar a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
34. Jesús entonces, viendo que había contestado con sabiduría, le dijo:—Tú no estás lejos del reino de Dios.Después de esto, ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
35. Jesús estaba enseñando en el Templo e interpelaba a sus oyentes diciendo:—¿Cómo es que los maestros de la ley dicen que el Mesías es hijo de David?
36. El propio David afirmó, inspirado por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies».
37. Pues si el propio David llama Señor al Mesías, ¿cómo puede el Mesías ser hijo suyo?Y era mucha la gente que disfrutaba escuchando a Jesús.
38. Decía también Jesús en su enseñanza:—Cuídense de esos maestros de la ley, a quienes les agrada pasear vestidos con ropaje suntuoso, ser saludados en público
39. y ocupar los lugares preferentes en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes.
40. ¡Esos que devoran las haciendas de las viudas, recitando largas oraciones para disimular, recibirán el más severo castigo!