La Palabra Versión Hispanoamericana

Marcos 11:2-18 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

2. con este encargo:—Vayan a la aldea que tienen ahí enfrente, y nada más entrar encontrarán un pollino atado, sobre el cual nunca ha montado nadie. Desátenlo y tráiganmelo.

3. Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, contéstenle que el Señor lo necesita y que enseguida lo devolverá.

4. Los discípulos fueron y encontraron un pollino atado junto a una puerta, en la calle; y lo desataron.

5. Algunos de los que estaban allí les dijeron:—¿Por qué desatan al pollino?

6. Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y les dejaron que se lo llevaran.

7. Trajeron el pollino a donde estaba Jesús, colocaron encima sus mantos y Jesús montó sobre él.

8. Muchos alfombraban con sus mantos el camino, mientras otros llevaban ramas cortadas en el campo.

9. Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:—¡Viva ! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

10. ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Gloria al Dios Altísimo!

11. Cuando Jesús entró en Jerusalén, se dirigió al Templo. Después de echar una ojeada por todas partes, como ya estaba anocheciendo, se fue a Betania acompañado de los doce apóstoles.

12. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre.

13. Al ver de lejos una higuera muy frondosa, se acercó a ella a ver si tenía fruto; pero encontró únicamente hojas, porque aún no era el tiempo de los higos.

14. Entonces Jesús exclamó de forma que sus discípulos lo oyeran:—¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!

15. Llegaron a Jerusalén y, entrando en el Templo*, Jesús se puso a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas de moneda y los puestos de los vendedores de palomas,

16. y no permitía que nadie anduviera por el Templo llevando objetos de un lado a otro.

17. Y los instruía increpándolos:—¿Acaso no dicen las Escrituras que mi casa ha de ser casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.

18. Oyeron estas palabras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, y comenzaron a buscar la manera de matar a Jesús. Aunque le tenían miedo, porque toda la gente estaba pendiente de su enseñanza.