La Palabra Versión Hispanoamericana

Lucas 9:10-28 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

10. Cuando volvieron los apóstoles, contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Jesús se los llevó aparte, a un pueblo llamado Betsaida.

11. Pero la gente se dio cuenta y lo siguió. Jesús los acogió, les habló del reino de Dios y curó a los enfermos.

12. Al comenzar a declinar el día, los Doce se acercaron a Jesús y le dijeron:—Despide a toda esa gente para que vayan a las aldeas y caseríos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en despoblado.

13. Jesús les contestó:—Denles de comer ustedes mismos.Ellos replicaron:—Nosotros no tenemos más que cinco panes y dos peces, a menos que vayamos y compremos comida para toda esta gente.

14. Eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos:—Hagan que se recuesten en grupos como de cincuenta personas.

15. Ellos siguieron sus instrucciones, y toda la gente se recostó.

16. Luego Jesús tomó los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los distribuyeran entre la gente.

17. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía se recogieron doce cestos llenos de trozos sobrantes.

18. En una ocasión en que Jesús se había retirado para orar a solas, los discípulos fueron a reunirse con él. Jesús, entonces, les preguntó:—¿Quién dice la gente que soy yo?

19. Ellos contestaron:—Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que uno de los antiguos profetas que ha resucitado.

20. Jesús insistió:—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?Entonces Pedro declaró:—¡Tú eres el Mesías enviado por Dios!

21. Jesús, por su parte, les encargó encarecidamente que a nadie dijeran nada de esto.

22. Les dijo también:—El Hijo del hombre tiene que sufrir mucho; va a ser rechazado por los ancianos del pueblo, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley que le darán muerte; pero al tercer día resucitará.

23. Y añadió, dirigiéndose a todos:—Si alguno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz cada día y seguirme.

24. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que entregue su vida por causa de mí, ese la salvará.

25. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si él se pierde o se destruye a sí mismo?

26. Pues bien, si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga rodeado de su gloria, de la gloria del Padre y de la de los santos ángeles.

27. Les aseguro que algunos de los que están aquí no morirán sin antes haber visto el reino de Dios.

28. Unos ocho días después de esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar.