22. Felices ustedes cuando los demás los odien, los echen de su lado, los insulten y proscriban su nombre como infame por causa del Hijo del hombre.
23. Alégrense y salten de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo los espera una gran recompensa. Así también maltrataron los antepasados de esta gente a los profetas.
24. En cambio, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido el consuelo que les correspondía!
25. ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados, porque van a pasar hambre!¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque van a tener dolor y llanto!
26. ¡Ay de ustedes cuando todo el mundo los alabe, porque eso es lo que hacían los antepasados de esta gente con los falsos profetas!
27. Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos y pórtense bien con los que los odian.
28. Bendigan a los que los maldicen y oren por los que los injurian.
29. Si alguno te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguno quiere quitarte el manto, dale hasta la túnica.
30. A quien te pida, dale, y a quien te quite algo tuyo, no se lo reclames.
31. Pórtense con los demás como quieren que los demás se porten con ustedes.
32. Porque si solamente aman a los que los aman, ¿cuál es el mérito de ustedes? ¡También los malos se comportan así!
33. Y si solamente se portan bien con quienes se portan bien con ustedes, ¿cuál es el mérito de ustedes? ¡Eso también lo hacen los malos!
34. Y si solamente prestan a aquellos de quienes esperan recibir algo a cambio, ¿cuál es el mérito de ustedes? ¡También los malos prestan a los malos con la esperanza de recibir de ellos otro tanto!
35. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. De este modo tendrán una gran recompensa y serán hijos del Dios Altísimo, que es bondadoso incluso con los desagradecidos y los malos.
36. Sean compasivos, como también el Padre de ustedes es compasivo.
37. No juzguen a nadie, y tampoco Dios los juzgará. No condenen a nadie, y tampoco Dios los condenará. Perdonen, y Dios los perdonará.
38. Den, y Dios les dará: él llenará hasta los bordes y hará que rebose la bolsa de ustedes. Los medirá con la misma medida con que ustedes midan a los demás.
39. Jesús siguió hablando por medio de ejemplos:—¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
40. Ningún discípulo es más que su maestro, aunque un discípulo bien preparado podría igualar a su maestro.
41. ¿Por qué miras la brizna que tiene tu hermano en su ojo y no te fijas en el tronco que tú mismo tienes en el tuyo?