La Palabra Versión Hispanoamericana

Lucas 10:21-32 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

21. En aquel mismo momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:—Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú.

22. Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo.

23. Luego se volvió hacia sus discípulos y les dijo aparte:—¡Felices los que puedan ver todo lo que ustedes están viendo!

24. Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; y oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.

25. Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:—Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?

26. Jesús le contestó:—¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Qué lees allí?

27. Él respondió:—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia; y a tu prójimo como a ti mismo.

28. Jesús le dijo:—Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás.

29. Pero el maestro de la ley, para justificar su pregunta, insistió:—¿Y quién es mi prójimo?

30. Jesús le dijo:—Un hombre* que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.

31. Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.

32. Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo.