La Palabra Versión Hispanoamericana

Lucas 10:20-40 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

20. Pero, aun así, no se alegren tanto de que los espíritus malignos los obedezcan como de que los nombres de ustedes estén escritos en el cielo.

21. En aquel mismo momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:—Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú.

22. Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo.

23. Luego se volvió hacia sus discípulos y les dijo aparte:—¡Felices los que puedan ver todo lo que ustedes están viendo!

24. Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; y oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.

25. Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:—Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?

26. Jesús le contestó:—¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Qué lees allí?

27. Él respondió:—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia; y a tu prójimo como a ti mismo.

28. Jesús le dijo:—Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás.

29. Pero el maestro de la ley, para justificar su pregunta, insistió:—¿Y quién es mi prójimo?

30. Jesús le dijo:—Un hombre* que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.

31. Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.

32. Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo.

33. Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido.

34. Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas, lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él.

35. Al día siguiente, antes de reanudar el viaje, el samaritano dio dos denarios al posadero y le dijo: «Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta».

36. Pues bien, ¿cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones?

37. El maestro de la ley contestó:—El que tuvo compasión de él.Y Jesús le replicó:—Pues vete y haz tú lo mismo.

38. Mientras seguían el camino, Jesús entró en una aldea, donde una mujer llamada Marta le dio alojamiento.

39. Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.

40. Marta, en cambio, andaba atareada con los quehaceres domésticos, por lo que se acercó a Jesús y le dijo:—Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con todo el trabajo de la casa? Por favor, dile que me ayude.