40. Entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet.
41. Y sucedió que, al oír Elisabet el saludo de María, el niño que llevaba en su vientre saltó de alegría. Elisabet quedó llena del Espíritu Santo,
42. y exclamó con gritos alborozados:—¡Dios te ha bendecido más que a ninguna otra mujer, y ha bendecido también al hijo que está en tu vientre!
43. Pero ¿cómo se me concede que la madre de mi Señor venga a visitarme?
44. Porque, apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre.
45. ¡Feliz tú, porque has creído que el Señor cumplirá las promesas que te ha hecho!