La Palabra Versión Hispanoamericana

Juan 4:12-29 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

12. Jacob, nuestro antepasado, nos dejó este pozo, del que bebió él mismo, sus hijos y sus ganados. ¿Acaso te consideras de mayor categoría que él?

13. Jesús le contesta:—Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed;

14. en cambio, el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna.

15. Exclama entonces la mujer:—Señor, dame de esa agua; así ya no volveré a tener sed ni tendré que venir aquí a sacar agua.

16. Jesús le dice:—Vete a tu casa, llama a tu marido y vuelve acá.

17. Ella le contesta:—No tengo marido.—Es cierto —reconoce Jesús—; no tienes marido.

18. Has tenido cinco y ese con el que ahora vives no es tu marido. En esto has dicho la verdad.

19. Le responde la mujer:—Señor, veo que eres profeta.

20. Nuestros antepasados rindieron culto a Dios en este monte; en cambio, ustedes los judíos dicen que el lugar para dar culto a Dios es Jerusalén.

21. Jesús le contesta:—Créeme, mujer, está llegando el momento en que, para dar culto al Padre, ustedes no tendrán que subir a este monte ni ir a Jerusalén.

22. Ustedes los samaritanos rinden culto a algo que desconocen; nosotros sí lo conocemos, ya que la salvación viene de los judíos.

23. Está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere.

24. Dios es espíritu, y quienes le rinden culto deben hacerlo en espíritu y en verdad.

25. La mujer le dice:—Yo sé que el Mesías (es decir, el Cristo) está por llegar; cuando venga nos lo enseñará todo.

26. Jesús, entonces, le manifiesta:—El Mesías soy yo, el mismo que está hablando contigo.

27. En ese momento llegaron los discípulos y se sorprendieron al ver a Jesús hablando con una mujer; pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería de ella o de qué estaban hablando.

28. La mujer, por su parte, dejó allí el cántaro, regresó al pueblo y dijo a la gente:

29. —Vengan a ver a un hombre que me ha adivinado todo lo que he hecho. ¿Será el Mesías?