La Palabra Versión Hispanoamericana

Jeremías 44:15-26 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

15. Todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban ofrendas de incienso a dioses extraños, todas las mujeres presentes en aquella gran asamblea y la gente en general residente en Patros, en el país de Egipto, respondieron a Jeremías:

16. —No queremos escuchar la palabra que nos has dirigido en nombre del Señor,

17. sino que vamos a hacer todo lo que hemos decidido: quemar ofrendas de incienso a la Reina del Cielo y hacerle libaciones, como hemos venido haciendo nosotros, nuestros antepasados, nuestros reyes y nuestros dignatarios en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces nos saciábamos de comida, nos iba bien y no experimentábamos desgracias.

18. Pero desde que hemos dejado de quemar ofrendas de incienso a la Reina del Cielo y de hacerle libaciones, nos falta de todo y vamos muriendo a espada o de hambre.

19. Y cuando nosotras quemamos ofrendas de incienso a la Reina del Cielo, le ofrecemos libaciones o le hacemos tortas con su efigie, no lo hacemos sin el consentimiento de nuestros maridos.

20. Respondió Jeremías a toda la gente, hombres, mujeres y niños, que así le habían contestado:

21. —¿Piensan que el Señor no recordaba y tenía presente el incienso que ofrecían en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, ustedes, sus padres, sus reyes, sus dignatarios y la gente del país?

22. El Señor ya no pudo aguantar la maldad de sus acciones y las abominaciones que cometían, y su tierra se convirtió en ruinas, desolación y maldición, y se quedó sin habitantes hasta el día de hoy.

23. Y es que quemaban ofrendas de incienso y pecaban contra el Señor, sin hacerle caso y sin vivir conforme a su ley, a sus mandatos y a sus decisiones. Por eso les sobrevino aquella desgracia, que continúa hoy.

24. Y añadió Jeremías a toda la gente y a las mujeres:—Escuchen la palabra del Señor, judaítas que viven en el país de Egipto.

25. Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Ustedes y sus mujeres lo dicen de palabra y lo realizan en la práctica: «Pensamos cumplir los votos que hemos hecho de ofrecer incienso a la Reina del Cielo y de hacerle libaciones»; y seguro que mantendrán sus votos y cumplirán sus promesas por todos los medios.

26. Pero escuchen la palabra del Señor, judaítas todos que habitan en el país de Egipto: He jurado por mi ilustre nombre —dice el Señor— que mi nombre no volverá a ser invocado por ninguna persona de Judá, por esos que suelen jurar: «Por vida del Señor Dios» en el país de Egipto.