La Palabra Versión Hispanoamericana

Jeremías 38:2-19 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

2. —Así dice el Señor: El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste. Pero el que se pase a los caldeos vivirá: su vida será su botín.

3. Así dice el Señor: Esta ciudad será entregada en manos del ejército del rey de Babilonia, que la conquistará.

4. Los dignatarios dijeron al rey:—Ese hombre debe morir, porque, al hablar de tal modo, está debilitando el ánimo de los soldados que quedan en la ciudad y del resto de la gente. En realidad, ese hombre no busca el bienestar del pueblo, sino su desgracia.

5. Respondió el rey Sedecías:—Lo dejo a su disposición, pues ni siquiera el rey puede nada contra ustedes.

6. Agarraron a Jeremías y lo arrojaron a la cisterna de Malquías, príncipe real, la que está en el patio de la guardia, bajándolo con sogas. La cisterna no tenía agua, pero estaba llena de barro, y Jeremías se hundió en él.

7. El cusita Ebedmélec, un eunuco que vivía en el palacio real, se enteró de que Jeremías había sido arrojado a la cisterna. El rey estaba en la Puerta de Benjamín;

8. así que Ebedmélec salió del palacio y fue a entrevistarse con el monarca. Le dijo:

9. —Majestad, no está bien que esos hombres hayan maltratado al profeta Jeremías arrojándolo a la cisterna. Seguro que morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad.

10. El rey dio esta orden a Ebedmélec, el cusita:—Toma tres hombres a tus órdenes y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes de que muera.

11. Ebedmélec tomó consigo a los hombres, entró en el palacio real y fue al guardarropa, donde se proveyó de algunos jirones de telas y de ropas inservibles. Después los echó en la cisterna junto con las sogas.

12. Ebedmélec, el cusita, dijo a Jeremías:—Ponte esos trozos de tela en los sobacos, por debajo de las sogas.Jeremías obedeció.

13. Entonces tiraron de él con las sogas y lo sacaron de la cisterna. Después Jeremías se quedó en el patio de la guardia.

14. El rey Sedecías mandó traer a su presencia al profeta Jeremías, a la tercera entrada del Templo del Señor y, una vez allí, le dijo:—Te quiero preguntar una cosa. No me mientas en nada.

15. Jeremías respondió a Sedecías:—Si te digo la verdad, seguramente me matarás; y si te doy un consejo, no me harás caso.

16. El rey Sedecías hizo un juramento a Jeremías, sin que nadie lo oyera:—¡Por vida del Señor, al que debemos la existencia, que no te mataré ni te entregaré en manos de esos hombres que quieren quitarte la vida!

17. Entonces Jeremías habló así a Sedecías:—Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Si sales y te entregas a los oficiales del rey de Babilonia, conservarás la vida; y además esta ciudad no será entregada a las llamas. Conservarás la vida junto con tu familia.

18. Pero si no sales y te entregas a los oficiales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos y acabará siendo pasto de las llamas. Y tú no conseguirás escapar de sus manos.

19. El rey Sedecías respondió a Jeremías:—Tengo miedo de ser entregado a judaítas que se hayan pasado a los caldeos; pues me maltratarían.