37. Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba.
38. Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego:—Ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo.
39. Pedro partió con ellos enseguida. Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas.
40. Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo:—¡Tabita, levántate!Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho.